Perspectiva: Un arte esencial en la maternidad

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Perspectiva. Verdaderamente es un arte. Y es que la manera en la que decidimos procesar lo que ocurre en nuestro día a día tiene un poder tremendo. Si todo fuera igual en un día cualquiera, ceteris paribus como decimos los economistas, nuestra perspectiva es la diferencia entre tener el mejor de los días o el peor.

Hace poco leí que una encuesta conducida en Reino Unido reveló que, en promedio, los niños pequeños hacen 288 preguntas al día.

2-8-8

Mis hijos están despiertos unas 13 y 11 horas al día cada uno. Si divido las 288 preguntas entre el promedio de 12 horas despiertos, descubro que cada uno de mis hijos hace aproximadamente 24 preguntas por hora. O sea, una pregunta cada 2:30 minutos…

Pero yo no tengo solo un pequeño en casa, ¡tengo dos! Y la mayoría de esas preguntas vienen dirigidas a nadie más y a nadie menos que a mí. Esto quiere decir que, en promedio, me bombardean con una pregunta cada 1:15 minutos.

Creo que he encontrado la raíz de que mi cerebro se encuentre en un estado de cansancio perpetuo.

Muchas veces esto resulta agobiante para mí. ¡Ah! Pero he ahí la importancia de la perspectiva.

Podría plantarme en un papel de víctima, en un estado de egocentrismo, de “pobre de mí”. Lo he hecho. Es agotador. No solo para mí. Esta actitud crea un ambiente denso y pesado en mi hogar.

No se vale.

Nadie me obligó a procrear. Y tener hijos conlleva obligaciones y responsabilidades fuertes. ¡Se trata de guiar y forjar las bases sobre las cuales otro ser humano va a establecer su vida!

Sí es abrumador. Y es que es una tarea constante y demandante.

Pero, ¿qué pasa si me salgo de mí misma y me paro en un espacio de asombro y gratitud?

Es entonces cuando puedo alcanzar a apreciar plenamente el gran milagro que ha ido tomando forma a lo largo de seis y tres años de las vidas de mis pequeños.

¡Qué honor que estas personitas me vean tan grande, tan importante, que confían plenamente en lo que tengo que decir!

Perspectiva: Un arte esencial en la maternidad

En verdad es un privilegio el que me escuchen (la mayor parte del tiempo) y valoren mis opiniones y conocimientos sobre los de todas las personas con quienes han interactuado.

Este no es asunto pequeño.

Desafortunadamente, mi tendencia ha sido minimizarlo: Solamente soy mamá. Solamente estoy con los niños todo el día.

Primero, esa fue mi decisión. Así es como mi esposo y yo diseñamos nuestra dinámica familiar. Y segundo, ¡qué padre!

Esto significa que he tenido asiento en primerísima fila para presenciar la grandeza de Dios reflejada en las dos vidas que Él me ha confiado.

He tenido el privilegio de ver el desarrollo y crecimiento de dos seres humanos. Me ha tocado presenciar sus logros. He sido testigo principal de esos momentos mágicos y milagrosos que les dan confianza, que los hacen sentirse capaces y valiosos.

Y lo que es más, yo he sido parte fundamental en forjar esos momentos.

Sostener la cabeza, sentarse, comer sólidos, gatear, manipular objetos con las manos, pararse, caminar, hablar, correr, saltar, dibujar, recortar, escalar árboles, leer… Y esto es sin mencionar las risas picaronas, las carcajadas e incluso los llantos que he tenido el privilegio de consolar.

Yo he estado en primerísima fila viendo todo. He podido celebrar con ellos, reír, abrazarlos… He podido vivirlo TODO.

¡Wow! Ese es el poder que tenemos como mamás. Y definitivamente no es poca cosa.

Sí es una pregunta cada 1:15 minutos. Y en el caso de mi hijo de 3 años, normalmente viene acompañada de una cadena interminable de “¿por qué?”

Pero si ajusto mi perspectiva, puedo apreciar que, aparte de papá, nadie más goza el privilegio de la intimidad, confianza y cariño que vienen aunados a esas preguntas.

Muchas veces es MUY difícil y la he regado bastante. Pero al final del día sé que Dios me sustenta y me da la sabiduría y la fuerza para guiarlos y para enseñarles sobre Él. Para darles paz y amarlos lo mejor que puedo.

Aparte, no lo estoy haciendo sola. Mi esposo es un papá increíble que se ha propuesto involucrarse plenamente en la vida de nuestros hijos.

Sé que esta no es la norma en todas las familia. Y para todas las mamás y papás que están criando a sus hijos solos, tienen mi más profunda admiración y respeto.

Una razón más por la que debo estar completamente agradecida.

Hay días como hoy que termino exhausta después de arbitrar argumentos constantemente. Pero esta noche, en lo que me preparo para dormir, mi perspectiva me permite pararme firmemente en asombro y gratitud absolutos. Veo a mis hijos y no puedo evitar sentir más que eso.

¡Wow! Y ¡gracias!

(Con todo y las 576 preguntas que respondí hoy.)

Originally published March 2022.



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